Decrecimiento personal (III)

El secuestro más camuflado y confortable es al que nos somete nuestro autoconcepto. Como rehenes suyos desarrollamos el síndrome de Estocolmo y creemos que nuestra identidad es imprescindible para sobrevivir y convivir. Cuanto más satisfechos estamos de nosotros mismos más difícil nos resulta asumir el precio de nuestro rescate.

María Colodrón, septiembre de 2021.